Mié. Nov 12th, 2025

Durante años, hablar de vino mexicano era casi sinónimo de Baja California. El Valle de Guadalupe acaparaba miradas y copas. Pero el mapa vitivinícola del país se está ampliando: nuevas regiones comienzan a despuntar con propuestas enoturísticas que combinan tradición, paisaje y sofisticación. Querétaro, Coahuila y Guanajuato se han convertido en protagonistas de esta nueva ola del vino nacional.

El enoturismo —viajar para conocer viñedos, bodegas y rutas del vino— vive un auge global. En México, esta tendencia se adapta al espíritu local: rutas que mezclan la historia del lugar, la gastronomía regional y el encanto de lo artesanal. En Querétaro, por ejemplo, la Ruta del Arte, Queso y Vino ofrece un recorrido entre haciendas coloniales, cavas subterráneas y paisajes semidesérticos. En el corazón de Tequisquiapan y Ezequiel Montes, bodegas como Freixenet, Viñedos La Redonda o Donato ofrecen experiencias que van desde catas guiadas hasta paseos en globo al amanecer.

Más al norte, Coahuila presume ser la cuna del vino en América, con Casa Madero —fundada en 1597 en el Valle de Parras— considerada la vinícola más antigua del continente. Hoy, esta región combina historia y modernidad: hoteles boutique entre viñedos, cenas maridaje bajo el cielo estrellado y recorridos por bodegas familiares que rescatan cepas tradicionales como la cabernet sauvignon y la shiraz.

En Guanajuato, la ruta del vino sorprende con su mezcla de cultura y paisaje. Entre Dolores Hidalgo, San Miguel de Allende y San Felipe, han surgido proyectos enológicos que unen la estética contemporánea con la producción artesanal. Viñedos como Tres Raíces o Toyan apuestan por la arquitectura vanguardista, experiencias sensoriales y una cocina que celebra los ingredientes locales. Aquí, el vino no solo se bebe: se vive entre murales, esculturas y atardeceres que tiñen de oro las colinas.

Este nuevo mapa del vino mexicano demuestra que la calidad ya no está concentrada en un solo valle. Cada región ofrece un carácter distinto: Querétaro con su elegancia espumosa, Coahuila con su fuerza histórica, Guanajuato con su creatividad artística. Y en todas, el visitante encuentra algo más que una copa: encuentra historias, aromas, texturas y una conexión profunda con la tierra.

El enoturismo en México no busca imitar modelos extranjeros; busca celebrar la diversidad del país desde la vid. Ya sea caminando entre hileras de uvas, disfrutando un queso local o contemplando una bodega de adobe al atardecer, el viaje se convierte en una experiencia de los sentidos. Porque el vino, al final, no solo se prueba: se vive.

por admin

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